viernes, 25 de febrero de 2011

MI PRIMERA ÓRBITA


Recuerdo cuando nací, era miércoles en algún otro planeta, aquí el calor ardía en los hospitales, con los enfermos al borde de la muerte y las madres abriéndose a la divinidad de la vida. Recuerdo un círculo blanco, trazado sobre un blanco más luminoso. Corrió la sangre por las manos del doctor y después se deslizó mi cuerpo. El nacimiento fue mi primera cicatriz.
Recuerdo que el círculo blanco se iba ampliando, tan parecido a las ondas de radiación en el espacio. Mi madre lloraba porque le punzaba la carne como una flor. Por mi llanto se filtraban las primeras palabras. El llanto fue el único lenguaje que poseía en ese momento, y hablé. Recuerdo que el círculo se fusionaba con el fondo blanco y la luz se filtraba en mis entrecerrados ojos. La luz que es el agua donde nadan el tiempo y el espacio, la luz primigenia que me dio de beber.
Los años eran fantasmas que lentamente me fueron habitando, y un primer recuerdo de mi infancia es una casa de dos pisos en otoño, con calles llenas de árboles y cielo gris. La casa era blanca como las estrellas al juntarse, yo jugaba en el patio con otros niños. Jugábamos a dar vueltas mientras corríamos y levantábamos la cara hacia las nubes. Corríamos en círculos alrededor de los árboles y nos tirábamos al pasto para dar más vueltas.
Tiempo después me di cuenta que pequeños círculos me habían acompañado a cada momento de mi infancia y que mis recuerdos más bien eran partículas que rodeaban un núcleo en mi memoria. Mi primera órbita había iniciado con la luz del nacimiento y entregado al movimiento de los relojes infinitos, en su elipsis me dejé llevar.

JC

INTRANSIGENCIAS EN LA PREPARATORIA LAZARO CÁRDENAS

INTRANSIGENCIAS EN LA PREPARATORIA LAZARO CÁRDENAS (CRÓNICA)

El pasado viernes 18 de Febrero el Colectivo Intransigente fue invitado a la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas en Tijuana por parte de Hamlet Ayala, joven miembro de la sociedad de alumnos de la escuela, quien ya había escuchado de nosotros y nos había visto en acción en el Taller de Poesía en Voz Alta que realizamos de manera semanal en diferentes espacios de la zona centro de la ciudad. Él y yo, comenzamos las gestiones unas dos semanas antes hasta que por fin llegó la fecha de la presentación. Esta es una crónica de esa experiencia.
Arribé a La Lázaro un poco tarde por el tráfico, habíamos quedado de vernos a las doce de la tarde en la entrada de la escuela y cuando llegué ya estaban ahí Yarelly Cristerna y su hija. Pasaba el tiempo y nadie más hacía acto de presencia, mandaba mensajes para ver quién más iba a estar en la lectura pero nadie contestaba, quizá era por lo temprano del horario o la falta de voluntad en asistir, quién sabe. Finalmente me llegó un mensaje de la Kinky Karen Márquez avisando que ya estaba en camino. Con tres lectores para la presentación era más que suficiente para dar una muestra de la intransigencia colectiva.
Envíe un mensaje a Hamlet para avisarle que ya habíamos llegado, él fue por nosotros a la entrada y luego de pasar por los filtros de guardias llegamos a la explanada central de la escuela. Me asombró ver lo amplio de las instalaciones con tantos edificios y áreas recreativas para los estudiantes. Había mucho movimiento, nuestra presentación coincidía con el cambio de turno matutino a vespertino, alumnos iban y venían por doquier. Desde que había llegado miraba sus caras y notaba una extrañeza en ellas, como si estuvieran pasando por momentos confusos o emocionalmente ondulantes de su existencia, chicas maquillándose o platicando en grupo, chicos con sus respectivas chamarras de la escuela y excéntricos peinados, en fin. Recordé mis días de preparatoria en el CETIS 58 cuando andaba de punk, cómo me sentía en ese entonces y tantas experiencias y momentos que me hicieron aprender. Caminé de nuevo hacia la entrada para recibir a Karen y aprovechaba para fijarme al interior de los salones. Caras jóvenes que reflejaban mi propio desconcierto, pensé. Por fin llegó Karen por un lugar diferente, caminamos a la cafetería para comprar agua y nos encontramos a Hamlet, quien nos avisó que nuestra presentación sería en el audiovisual al fondo de la escuela. Afuera de la cafetería había un tremendo alboroto, alrededor de 150 estudiantes entre hombres y mujeres se amontonaban a la entrada del teatro y se apretujaban unos a otros en oleadas que iniciaban desde la parte de atrás de la fila y aplastaban a los de enfrente. Luego nos enteraríamos de que tal alboroto era porque se iba a presentar John Milton, personaje que hace hipnosis o algo parecido. Ahora que lo pienso me imagino a un zombie hipnotizando a otros zombies, a veces está bien aceptar lo zombie que hay nosotros, no cabe duda que en gustos se rompen géneros. Nos alejamos de ahí.
Atravesamos la explanada de la escuela y llegamos al audiovisual, a nuestro arribo un profesor de unos 50 años de mediana estatura y con su barba canosa de marinero nos recibió, fue muy amable con nosotros, luego nos enteramos que se llamaba Enrique Briseño López y era coordinador del área de bienestar estudiantil. El audiovisual poco a poco se fue llenando de estudiantes perfilados en literatura. Hamlet se encargó de llevar a dos grupos de cuarto semestre. Karen, Yarelly y yo nos subimos a la mesa para instalarnos. Acomodamos algunos números de la revista intransigente y ejemplares de Kodama Cartonera utilizando las bolsas de mano de ellas como stands. Hubo dificultades con el micrófono pero no importaba, dimos inicio a la presentación.
Luego de agradecer la invitación, me puse la capucha de sicario poético y caminé frente a la mesa, ahí levantando las manos hacia el techo recité un poema destructivo. Me sentía lleno de emoción, era la primera vez que nos invitaban a una prepa y había que aprovechar el espacio, no había tiempo para formalidades. Cuando terminé di una brevísima explicación de quienes éramos y por qué estábamos ahí. Les platiqué sobre los orígenes del colectivo y las diferentes actividades que habíamos realizado hasta la fecha. La mayoría estaban muy atentos escuchando hablar de poesía a un encapuchado, tanto estudiantes como profesores tenían los ojos fijos en la mesa y fui detallando algunas actividades como la lectura nudista, poesía desde la azotea para desorientar a los carros, erecciones políticas, entre otras. Se escuchaban risas y comentarios entre ellos, al parecer era una charla agradable. Luego de este rápido resumen de eventos y proyectos, dimos inicio a las rondas de lectura. Leeríamos uno y uno cada quien, pasó Karen, después Yarelly, luego yo otra vez. Hicimos alrededor de tres rondas de lectura, cada poema dejaba una resonancia en el espacio y los asistentes aplaudían en respuesta a la intensidad. Karen y Yarelly se desenvolvieron de manera espléndida en sus lecturas, hacían comentarios y daban consejos a las personas que estaban interesados en escribir, los animaban y mostraban su sinceridad y convicción con el ejemplo de su voluntad activa.
Luego de nuestra tercera ronda de lectura, invitamos a los asistentes para que leyeran frente a sus compañeros, fue ahí donde comenzaron a manifestarse los poetas misterio. Primero habló un chico de unos 17 años desde su asiento, había hecho un poema corto de ese instante en el audiovisual y cómo se sentía. Me dio un gusto tremendo que se atreviera a hablar, luego de su participación les comenté sobre cómo a través del ejercicio poético uno era capaz de capturar ideas o sensaciones que flotaban en el ambiente para materializarlas en palabras. Después de él, le siguió otro chico como de unos 18 años que subió hasta donde estábamos nosotros, leyó un bello poema que imagino era para una chica. El poema lejos de ser cursi era sencillo en su contenido pero evocaba sensaciones profundas y detalladas, además de que su ritmo de lectura era impecable, se notaba que ya había encontrado una voz poética propia y la estaba ejercitando; aplaudimos y lo felicitamos cuando finalizó su lectura. Luego siguió una chica de unos 17 años, llevaba el pelo suelto ondulado y de color café castaño, ella subió al micrófono y leyó sus poemas desde el celular, algo frecuente hoy en día con las innovaciones tecnológicas que traen de todo en el aparato. Su lectura fue entrecortada, quizá por los nervios, pero continuaba leyendo muy segura de sí misma y de su poema. Cuando terminó nos dijo que tenía muchos y quería leer otro, a lo que dijimos adelante. Su segundo poema fue bastante intenso, trataba sobre la creencia en Dios y las implícitas contradicciones que esto conlleva para cualquier individuo. Me gustó mucho su participación y de nuevo todos aplaudimos cuando finalizó. Luego de las lecturas de los y la poeta misterio, iniciamos una última ronda intransigente.
Faltaba poco para que termináramos la presentación y aproveché mi turno para saltar hacia los corredores del audiovisual, caminé alrededor de los asientos de alumnos y profesores gritando el poema. Me puse justo en la parte de atrás de ellos y leía a sus espaldas. Buscaba alterar el espacio, que percibieran al poema no solo al frente sino a los lados, atrás de ellos, siempre cerca, no era una metáfora. Rodeé los asientos y caminé de nuevo hacía la mesa. Fue una manera diferente de finalizar la lectura. Casi al terminar, el profesor Enrique Briseño compartió unas sinceras palabras para todos los alumnos, se notaba su entusiasmo al alentar a los jóvenes para que vieran su propio potencial y se atrevieran a hacer cosas como las que realizamos en el colectivo. Habló sobre el deterioro del sistema social y cómo los jóvenes tenían un papel protagónico para transformar esta situación.
La presentación concluyó con un efusivo aplauso y se miraban algunas caras contentas y otras extrañadas por lo que habían presenciado. Algunos alumnos se quedaron para platicar y felicitarnos. Junto a Hamlet y el profesor Enrique Briseño, prometimos volver pronto para llevar más intransigentes y más intransigencia a su escuela. Nos fuimos contentos por la energía que sentimos durante la lectura al saber que una vez más habíamos cosechado otro momento inolvidable gracias a la poesía.

18 de Febrero de 2011

Jhonnatan Curiel

martes, 8 de febrero de 2011

CRÓNICA DE UN FIN DE SEMANA TELÚRICO


CRÓNICA DE UN FIN DE SEMANA TELÚRICO: LECTURA DE POESÍA EN MERCADOS, RUTA INTRANSIGENTE Y TENDEDERO DE POEMAS EN PUENTE DE LA 5 Y 10.



3 Y 4 DE FEBRERO DE 2011



LECTURA DE POESÍA EN MERCADOS



Fin de semana telúrico. El viernes 3 de Febrero hicimos la primera acción conjunta del proyecto Orquesta Eléctrica, convocado desde el DF por Gerardo Grande y al que se unieron poetas de Cuernavaca, Puebla, Mazatlán, nosotros los intransigentes acá en Tijuana, y por supuesto del poetas del propio DF. La intervención que haríamos: Lectura de poesía en mercados.

Acá en Tijuana nos quedamos de ver a las 5:30 PM afuera de La Catedral en la zona centro, en la recién inaugurada plaza bicentenario, una plaza que da tan sólo una probadita de las obras que se podrían hacer con recursos públicos organizados para el beneficio de la gente. Yo andaba con síntomas de resfrío y pase a la farmacia por medicina. Llegué a la plaza y ahí estaba Pablo bien puntual, con un frío calador y él únicamente en camiseta. Unos minutos después llegó Lucressia, Daril, luego Mavi y Mara. Estábamos listos para emprender el camino. Nos dirigíamos a la lectura y Mavi sugirió antes subir al campanario de La Catedral, no sé cómo descubrió que se podía subir a ese lugar, una vista hermosa de la Tijuana fea. Subimos acompañados de un policía muy amable, se llamaba Miguel (como el arcángel), no nos hizo preguntas, se limitaba a contemplarnos mientras caminábamos por el techo de la catedral y nos tomábamos fotos. Cruzamos por tablas estrechas al campanario, platicamos y reímos sosteniendo las cuerdas que podrían hacer sonar las campanas. Les platiqué de una anécdota que escuche de un amigo que decía que la primera música que hubo sobre la tierra fueron las campanas que tocaban los ángeles. Todos expresamos la emoción que sentíamos de estar ahí, en un lugar tan simbólico para toda la gente. Estar frente a las campanas me hizo pensar en la música, caminamos curioseando un poco más, ya era de noche y en el cielo claro palpitaban las estrellas en un azul congelado, bajamos del campanario y fuimos al mercado para la lectura.

Tomé el megáfono y mientras caminaba al fondo del mercado municipal de Tijuana di una introducción de quienes éramos y lo que haríamos. No había tanta gente ya, quedaban los empleados, meseras jóvenes y señoras, vendedores de flores, niños corriendo y saludándonos curiosos. Iniciamos la lectura con el megáfono intransigente, se notaba una extrañeza en la expresión de la gente. Los niños escucharon toda la lectura y miraba sus brillantes ojos, volteaba y veía a la gente del mercado desde sus puestos escuchando los poemas. Leí un poema sobre los empresarios y un señor me preguntó que para qué leía eso si en ese lugar nadie era empresario, se notaba algo preocupado o contrariado, quizá tenía problemas de dinero. Luego de permanecer parado ahí con nosotros se fue al fondo de su tienda de flores y nos dejó leer. Los niños, una pareja, la gente que pasaba y el espacio completo era nuestro público, también le leíamos a la arquitectura. Poco después llegó Estela, luego Tania, cada quien leyó un poema y dimos por terminada la lectura para alcanzar a ir a otro mercado.
Lucressia. Foto: Tania García
 
Contra esquina de la catedral está el mercado El Popo, uno de los primeros mercados que hubo en la ciudad y donde se encuentra el primer reloj público, hoy en desuso pero que se mantiene como una máquina de nostalgia para agradar la mirada. Este lugar lo recuerdo desde hace años por las dulcerías llenas de abejas y el penetrante olor a queso y especias de diferente tipo. En el tiempo que anduve vagando por la ciudad caminé en este mercado que se encuentra dentro de un pasaje en L que comunica la avenida constitución y calle Segunda. En este mercado también se venden productos naturistas y esotéricos, santos de diferentes tamaños (según la necesidad), hierbas, figuras de la santa muerte, inciensos, granos, veladoras, en fin. Entramos por el lado de la avenida constitución con megáfono en mano, éramos una caravana que irrumpía mientras los empleados limpiaban y la gente que pasaba ahí para hacer sus últimas compras, nos ubicamos a la mitad y comenzamos a leer, dijimos unas cuántas palabras y pensé en l@s poetas giraluna en el centro de la atrofiada república que es México, todos unidos bajo una sola voluntad y llevándolo acabo, “Orquesteros explotando antes de apagarse” a la música que nos aguarda en el “Nuevo Mundo”. Creándolo dentro de nosotros a cada instante al cantarlo y delirarlo con la libertad de nuestra palabra, la libertad de nuestra acción. Comenzamos la lectura y algunos empleados del mercado intentaron censurar la lectura de Tania, decían que leyera otra y se burlaban, ella se había puesto nerviosa y no entendía lo que había escrito en su libreta de los delirios, les reclamo también a ellos, se sentía una vibra tensa y el desgano se hacía presente como una masa invisible. Yo estaba sentado junto a Aurelio y Aimée, veía a nuestro alrededor, una niña como de 7 años le ayudaba a su papá limpiando verduras junto a nosotros, también estaba un señor de mandil blanco, tras unos costales de grano escuchando lo que decíamos bajo las piñatas con listones de colores y los empaques luminosos de los dulces. La gente pasada extrañada, los vendedores de los locales escoba en mano se detenían y nos miraban, la tensión se iba relajando, entre nosotros escuchábamos atentos intercambiando miradas de complicidad, sabíamos la implicación de nuestro acto, estábamos en un mercado declamando poemas, los inciensos y los santos tétricos eran nuestro mejor público, la santa muerte dejaba la guadaña a un lado y se sentaba a escucharnos sin capucha, las gigantes velas de colores incendiaban las piñatas, todo ocurría en algún momento cuántico de este universo, mientras nosotros con la poesía, alterábamos la realidad y las energías de un mercado donde las transacciones mecánicas del sistema económico entretejen la rutina y hacen de las vida una superficie plana donde caminan los años sin variación alguna. Luego de Mavi, fui el último en leer para concluir la lectura, dije el poema de La música es nuestro afrodisiaco, dedicado para mi kinky girl. Nunca había gritado tanto durante una lectura, me puse eufórico y hacía sonidos sexualizados sin parar Ah! Ah! Ah! Ah! Ah! Los empleados que antes censuraron a Tania ahora se unían a la lectura gritando también, gritos orgásmico poéticos mientras se elevaba una intensidad transparente y ese instante se enganchaba a una sensación precisa, de liberación frenética, de éxtasis vivencial.

Cuando terminé la lectura me carcajeé y sentí que me había lastimado la garganta de tanto gritar, lentamente se acentuaban los síntomas del resfrió pero había preferido la poesía medicinal. Finalizó la lectura y nos despedimos contentos. Mientras iba hacia mi taxi a las 7 de la noche, miré al cielo, estaba la luna menguante como una sonrisa celeste. Imaginé que al filo de esos cuernitos celestiales, danzaban los ojos de todos l@s muchach@s giraluna.



RUTA INTRANSIGENTE

Mavi a punto de hacer la manta. Foto: Checo Brown.

4 de Febrero. Nos citamos en El Grafógrafo del Pasaje Rodríguez, una de las bases de operaciones del Colectivo Intransigente donde llevamos a cabo el Taller de Poesía en Voz Alta, organizamos sesiones de los Debates Exotéricos y hacemos presentaciones editoriales. Al llegar me encontré con Checo Brown, quien haría el registro de la acción de ese día. Él se había encargado de tomar fotos y crear el video de nuestra última acción, la cual se tituló Mis Alas Son Poemas y fue una intervención poética con mantas y megáfono en una glorieta de la zona comercial de Tijuana, leímos a los pies de la estatua de Cuauhtémoc. Checo creó un video de la acción que pueden encontrar bajo el mismo título en Youtube.

Fuimos a comer a un lugar para cargar energías antes de salir a la intransigencia. Llegó Daniel de Trenzología Fronteriza, colectivo que también participaría en esta intervención. Un poco después llegó Mara, luego Alberto trenzólogo, pusimos manos a la obra. Nos instalamos frente al Grafógrafo y desplegamos una manta en blanco, teníamos qué decidir la frase para pintar. La lectura de ese día la dedicaríamos a Yaxkin Melchy por su cumpleaños. Alberto propuso que dijera “POESÍA EN MOVIMIENTO”; me pareció bien pero sentía que algo faltaba. Propuse que dijera “POESÍA EN MOVIMIENTO AL NUEVO MUNDO” en alusión a la obra poética del “sol verde” Yax, todos coincidimos. Luego de titubear haber quién hacía la manta hizo su entrada triunfal por el pasaje Mavi, venía vestida con falda y botas vaqueras, hermosa como siempre. Y ella, en plena evocación de su experimentado pretérito con las latas de spray, se aventó la manta en menos de 5 minutos y le quedó clara y hermosa, ahí estábamos ya, listos para partir, cuando nos dirigíamos a la salida del Pasaje nos alcanzó corriendo Andrea Carrillo, poeta filósofa de once años quien asiste al taller de poesía y participa en nuestras acciones. Estábamos todos, partimos.
Andrea Carrillo. Lagartija poeta. Foto: Checo Brown
 
Caminábamos por la avenida Constitución hacia la calle segunda de la zona centro de Tijuana. Iba Mavi, Daniel, Alberto, Mara, Andrea acompañada de su mamá, Checo documentaba mientras yo buscaba el camión para subirnos. Tomaríamos el de la ruta 20 de Noviembre para bajarnos casi al finalizar la avenida Paseo de los Héroes y caminar dos cuadras arriba al bulevar Díaz Ordaz (feo nombre para un bulevar, quedaría mejor como funeraria). Llegó nuestro camión y subimos todos presurosos, pedí permiso al chofer para leer y accedió, nos instalamos hasta la parte de atrás. Inicié con una breve presentación megáfono en mano en la que decía que éramos del colectivo intrasigente y colectivo trenzología fronteriza; que nos sentíamos con el impulso de compartirles poemas y esa era la razón por la que estábamos ahí; que no buscábamos su dinero sino crearles nuevas sensaciones. La gente nos miraba de reojo hasta que comenzamos a leer y hubo personas que se acomodaron en sus asientos para escucharnos a todos, leyó Mavi, Andrea, Alberto, Daniel, luego yo. Cada uno dotado con la particularidad de su universo poético. Andrea leyó un bello poema sobre quebrar las reglas, todas las lecturas fueron cálidas y al mismo tiempo fuertes, algunas personas en el camión se animaron a aplaudir. Un señor mayor se sentó junto a nosotros y nos miraba con una expresión entre curiosa y contenta. Una muchacha de unos 25 años que parecía oficinista estaba también junto a nosotros y quería sonreír ante lo que escuchaba pero le ganaba la pena. Hicimos dos rondas y cuando iniciamos la tercera llegamos a nuestro destino. Antes de bajarnos Mavi tomó el megáfono y les recordó el nombre del colectivo además de invitarlos al Taller de Poesía en Voz Alta. Dimos un aplauso final y descendimos a la acera, tomamos camino hacia el bulevar. Una cuadra más adelante se nos unió Karen (kinky girl). La recibimos todos contentos. Nos detuvimos para comprar una nieve y Alberto de trenzología fronteriza nos avisó que se tenía que retirar para ir a su trabajo, aprovechó su hora de comida para alimentarse de poesía, dieta divina, nos dejó sus poemas para recitarlos a los pasajeros en el camino que nos restaba.

Luego de nuestra parada infructuosa en la nevería continuamos, Mavi sentía mucha hambre y no logró pedir nada por la cantidad de la gente en el local. Seguimos nuestro camino platicando y riendo, disfrutando ese momento único, alimentando nuestra vida de recuerdos como ese, estar ahí, rodeado de creadores pasionales que aman lo que hacen y con la voluntad y el arrojo de generar movimiento de partículas en esta realidad llena de espesuras e inercias. Aguardamos el camión a las afueras de Hellvista Telvista y luego de reincorporarnos nos subimos al primero que pasó. Nuestro destino eran los puentes peatonales de la 5 y 10 que están al lado de la clínica del IMSS. Nos instalamos en la parte de atrás y comenzamos de nuevo, cada quien con diferentes poemas. Unas cuadras más adelante se subió un señor de unos 50 años, se notaba que venía del sur por sus rasgos. Atento escuchaba cada uno de los poemas, aplaudía junto a nosotros y animado platicaba con la mamá de Andrea. Por su parte Andrea nos dedicó un poema sobre una sirena a mí y a Karen, también leyó textos del poemario Sakura de Aurelio Meza. Mavi y Daniel leyeron textos propios y de Alberto Paz, Karen leyó un poema de éxtasis kinkylicious, Checo registraba con su cámara de video nuestra lectura y Mara tomaba fotografías. Los pasajeros volteaban extrañados, el señor de 50 años continuaba interesado. Casi al llegar Mavi encontró un poema colectivo en su libreta, dijo que no sabía de quién era, en eso el señor que nos miraba alzó la voz y dijo que ese poema era de él. Mavi lo leyó y aplaudimos. A una cuadra de nuestro destino nos despedimos de los pasajeros y el señor que nos había escuchado durante la lectura nos agradeció por nuestras palabras y nos invitó a continuar haciéndolo. Fue emotivo y sincero en lo que dijo. Me tendió la mano y la apreté, le pregunté que cómo se llamaba y me dijo que Cuauhtémoc. Todos quedamos asombrados, rápidamente le platicamos que hacía dos semanas habíamos hecho una intervención en la estatua a Cuauhtémoc en la zona río. El se limitó a reír. Bajamos contentos y llenos de energía por la gran señal había llegado a nosotros. Imaginé que ese señor en verdad era el espíritu de Cuauhtémoc que se nos presentaba a manera de agradecimiento y dándonos ánimo para seguir adelante. Reímos y cada uno en su pensamiento reafirmaba la no casualidad.

Al entrar en el túnel peatonal de la 5 y 10 decidimos hacer una lectura ahí. Mavi recordó cómo esos locales le pertenecen al Instituto de Cultura de Baja California (ICBC) pero están ventajosamente arrendados a José Galicot, un empresario de esos que están incrustados como garrapatas a la bestia política mexicana y aprovechan cualquier oportunidad en los maliciosos despistes de la bestia para engordar sus bolsillos, mochada corrupta a terceros beneficiarios claro está. El punto es que decidimos hacer una lectura en ese lugar lleno de zapaterías, farmacias, tiendas de dulces y puestos de venta de teléfonos celulares. Extendimos nuestra manta bajo la mirada de los transeúntes y la gente de los locales, “POESÍA EN MOVIMIENTO AL NUEVO MUNDO” al menos eso daba una pista de nuestra presencia ahí. Cada quien leyó un poema, registramos en foto y video, plantamos nuestra semilla presencial y dejamos un tatuaje de poesía transparente en el espacio. Salimos de ahí en dirección al puente peatonal.

Subimos esquivando vendedores y repartidores de flyers, gente apurada, con uniforme o sin él, cargando bolsas del mercado, chicas en grupo, jóvenes parejas, familias que transitaban ese día por ahí. En la parte de arriba del puente había vendedores ambulantes. Nosotros nos acomodamos a la mitad y extendimos nuestra manta. Saqué hilo verde y Daniel me ayudó a amarrarlo de lado a lado para colgar los poemas, las personas esquivaban con la cabeza nuestra pequeña telaraña de hilos, todos juntos comenzamos a colgar los poemas e invitábamos a los peatones para que se llevaran el suyo. Cuando terminamos de acomodarlos era una imagen hermosa ver a los poemas colgando y meciéndose en el viento, poemas en vaivén y luego tomados por extrañas manos que lo experimentarían. Nosotros leíamos de nuevo con nuestro megáfono, textos propios, de amigos, todo contaba. No nos cansábamos de invitar a la gente para que se llevara su poema. Mara hasta desarrolló un tono cantadito de anunciante, bella merolica de la poesía haciendo promoción en ese acontecer universal. En algunas ocasiones les ayudamos a las personas a removerlos porque se quedaban atorados entre el clip y el trozo de hilo. De nuevo esa miraba de extrañeza en los ojos de la gente, algunas personas pasaban indiferentes, otras se detenían un poco a escuchar, algunas desde la entrada al puente nos contemplaban para luego continuar su camino, nosotros leíamos llenos de euforia. Hubo un momento en la participación de Karen que pasó una señora mayor de pelo blanco, baja estatura, empequeñecida por la edad tal vez, al parecer sufría de alguna enfermedad en la piel porque en su cara parecía tener una gran quemadura. Se acercó de manera repentina y decía algo, su actitud parecía denotar que no le gustaba lo que veía. Apuntó a la cara de Karen y parecía que iba a empujarla, yo me acerqué a ella y me interpuse entre las dos, algo balbuceo. Nadie de nosotros entendió nada y seguimos con la lectura. Asumimos la lección. No cabe duda que si intervenimos la realidad, ella también tiene sus maneras azarosas de intervenirnos a nosotros.
Preparando el tendedero de poemas. Foto: Checo Brown
 
Estuvimos alrededor de una hora en el puente con nuestro tendedero de poemas, ahora la gente se iba animando a tomarlos por su cuenta. Parejas de novios se detenían para llevarse uno, grupos de niñas, adolescentes, señores bigotones y madres de la mano de sus hijos. La gente más alta invariablemente tenía que agacharse para no quedar atrapada en el hilo verde. Los poemas aleteaban con las ráfagas de aire invitando a que manos extrañas los tomasen. Era momento de dar por concluida la lectura y partir. Dejamos el tendedero con los poemas al aire. Recogimos la manta, tomamos nuestras cosas y bajamos.

A nuestro regreso la mamá de Andrea nos compró pan para todos. Era como el pan de las ofrendas, suave y dulce para nuestros cuerpos cansados, digno alimento después de ese ritual urbano poético. Caminamos hasta la parada del camión que nos llevara al centro. Ahora la fatiga comenzaba a manifestarse en nuestro andar luego de tanta liberación de energía. Mientras íbamos de regreso me hundí en el asiento del camión junto a Karen y tan solo me dejaba llevar. Los síntomas de resfrío se manifestaban de nuevo en mi cuerpo pero no eran ningún impedimento para seguir platicando. A momentos sonreíamos y luego nos quedábamos pensativos. Mavi tomaba fotos adentro del camión. Checo nos compartió cómo su cámara falló varias veces al momento de grabar a la Lagartija Poeta (Andrea), quizá tanta electricidad humana no la soportaba mucho tiempo una máquina. Daniel platicaba con Checo. Mara iba en el camión con un amigo que se había encontrado. Karen descansaba al lado mío. Pensaba en cuántos recuerdos dichosos junto a ellos y tantos otros más, cercanos o lejanos pero viviendo y experimentando con todos los poros esta época. Les agradecía con la mirada y el pensamiento por compartir su voluntad creativa conmigo. Afuera atardecía, los colores en el cielo eran el mejor regalo a nuestra acción. Un agradecimiento natural del cielo a nuestros ojos, nuestras vidas. Así concluyó la primer ruta intransigente de este año que se siente como la cresta de una ola a punto de caer.


Tijuana. 5 de Febrero de 2011.

Jhonnatan Curiel