lunes, 4 de abril de 2011

HACIA LA RENOVACIÓN ÉTICA DE LA COMUNIDAD CULTURAL EN TIJUANA

Jhonnatan Curiel

Temas: Crónica, Crítica, Caso CECUT, TSUMP, Censura, Mitos, CONACULTA, Activismo, CONTRALUZ, Creadores, Ética, Institución, Obra Negra, Debate.

CASO CECUT: UN DEBATE PENDIENTE

Acto de protesta en la presentación de Carlos Monsivais. 

De unas semanas para acá ha vuelto a surgir el debate en torno al caso CECUT debido a la recién inaugurada exposición “Obra Negra”. Ya que aún cuando la mayoría de los artistas incluidos en la exposición no han hecho un posicionamiento al respecto, hay otros que se han manifestado en contra debido a que expusieron obras de su autoría sin consentimiento alguno (para más información véase el texto “Obra Negra o Cómo legitirmarse con nombres ajenos de Alfredo González Reynoso). Esta acción de incluir obras de manera arbitraria pretende mostrar una supuesta inclusividad y de nuevo habla sobre la falta de profesionalismo de una institución que “debería” ser el ejemplo contrario de ello. Pero, como sabemos, en un país como México hasta lo más cínico y retrógrada es celebrado y defendido por quienes buscan conservar el funcionamiento de un sistema social colapsado.
Me parece necesario escribir esto, ya que al igual que mi amiga Mavi, siento que se ha perdido el verdadero origen del problema y a casi dos años de la imposición de Virgilio Muñoz como director del CECUT  a pesar de sus antecedentes penales aún continúan los mitos, chismes y descalificaciones que tratan de minimizar lo sucedido en aras de mantener una supuesta postura “neutra” y poco autocrítica de lo ocurrido. La situación de hace dos años y que aún se mantiene es un paradigma ético de la comunidad cultural en Tijuana. Es una postura de voluntad y decisión sobre cómo pensamos que vamos a transformar la ciudad a través de las ideas y las acciones que estamos realizando ya. Ideas y acciones que mantenemos, ideas y acciones que renovamos. 

MI PARTICIPACIÓN EN TSUMP

Acto de protesta durante el aniversario de la Revista Tijuaneo en la explanada del CECUT.

Formé parte de la agrupación Todos Somos un Mundo Pequeño (TSUMP) desde su origen hasta su conclusión como grupo colectivo. Tuve la oportunidad de realizar diferentes acciones de denuncia (dar clik para ver video) en contra de la designación del director y también para romper el cerco mediático que impusieron ciertos medios de la ciudad. Nunca he recibido apoyo económico del CECUT y el motivo por el que me sumé al movimiento fue porque decidí tomar una postura crítica ante el deterioro social e institucional en el que nos encontramos como país, y donde esta nueva imposición frente a una institución cultural venía a ser un ejemplo más de las prácticas corruptas que se han vuelto comunes en la burocracia, pero no así menos condenables. 
Ante la apatía y falta de voluntad de la mayoría de la gente para exigir una alternativa de cambio social verdadero, una renovación individual que haga frente a las deplorables condiciones de vida con los cientos de asesinatos por las calles, la impunidad de funcionarios por actos de corrupción y el consecuente deterioro de la credibilidad en las instituciones, ante todo este pervertido panorama de vida del cual apenas se conocían los primeros efectos, lo vi anulado con la respuesta de creadores que hicieron un posicionamiento público en contra de la designación. Era un llamado a consenso frente a una decisión que no reflejaba el bien común sino el interés particular, y hubo quienes lo tomaron como una consecuencia implícita del sistema mismo, así de fácil. “De qué te sorprendes”, me decía la gente. “Las cosas siempre han sido así”. ¿Siempre? 
Nunca antes había ocurrido algo así en la ciudad, me refiero al consenso de creadores y gestores culturales que hicieron público su rechazo ante esta decisión arbitraria en una institución cultural. Luego comenzaron las descalificaciones contra quienes protestaron. ¿Por qué? “Porque son una mafia que está enojada”, respondían. “Pura grilla de artistas”. “Quieren el puesto de director para alguien de ustedes”. Y obvio que no era esto, sino que las cosas se hicieran bien, con profesionalismo y ética que solo se logra a través de una decisión en consenso entre las personas interesadas en la cultura misma; que la decisión tuviera que ver con los intereses de desarrollo que corresponden a un espacio donde confluyen ideas y acciones para la evolución de las personas y la ciudad. No pensar al CECUT como una empresa de la cultura sino como un centro de encuentro y diversidad social que es inclusivo ante la crítica por el hecho de la cultura  misma,  sin simulación alguna ni artificiosos discursos de inclusividad. 
Conforme pasaba el tiempo aumentaban las mentiras sobre supuestas prebendas económicas que nos movían. ¿Cómo era posible que los más de 300 artistas, gestores culturales y personas interesadas en el devenir cultural de Tijuana tuvieran un objetivo en común? ¿Por qué ahora levantaban la voz y antes no? ¿Qué razones había de fondo para otras personas y grupos acallaran la protesta usando todas las descalificaciones que tenían a la mano? ¿Por qué era tan importante el CECUT? Éstas y otras preguntas venían a mi cabeza. Mientras continuaba esta situación se percibía cierta tensión en el ambiente y diferentes personas allegadas a mi entorno comenzaban a hacer opiniones al respecto. Unas semanas después salió una carta de políticos y empresarios que apoyaban la designación del nuevo director a pesar del rechazo generalizado de la comunidad cultural. Era la maquinaria de los intereses legitimándose a sí misma. 
"Aguas con el CECUT. La Cultura como el agua es vital". Protesta y repartición de botellas de agua a las afueras del Centro Cultural Tijuana.

LOS EFECTOS DE LA IMPOSICIÓN Y LA PUBLICACIÓN DEL PERIÓDICO CONTRALUZ

Luego vinieron los despidos, las amenazas, la manipulación mediática, las opiniones retrógradas de periodistas y algunos miembros de la comunidad cultural que miraban en esta problemática una apertura para sus beneficios y afanes oportunistas, había otros que simplemente descargaban su resentimiento en las opiniones, su abulia intelectualizada de contenido artificioso y plagado de prejuicios.
Tiempo después de organizar acciones conjuntas de denuncia, con un gran esfuerzo publicamos el periódico CONTRALUZ, periódico que reunía contenido sobre el Caso CECUT y algunas críticas por parte de creadores que apoyaron a TSUMP. También aparecía una entrevista a Víctor Clark Alfaro, Director del Centro Binacional de Derechos Humanos, que denunció a Muñoz en 1994 y ahora se pronunciaba en contra de su designación como director del Centro Cultural Tijuana. A pesar de la gravedad del problema, la mayoría de los medios de comunicación callaron en un grotesco acto de complicidad, esto me indignó bastante porque aún teniendo un referente abstracto del entreguismo en los medios, vivirlo y verlo con mis propios ojos era diferente. A tal escala se estaban afectando intereses que la mayoría de los medios enfatizaron la versión que les convenía en términos publicitarios. Hubo pocos medios que sí dieron apertura al tema, pero fueron mínimos en comparación con los que callaron en todo momento. Éste era el periodismo funcional para la maquinaria de intereses particulares en la ciudad y ahora se revelaba como una herramienta de legitimación y propaganda.

EL FINAL DE TSUMP Y EL INICIO DE UNA VOLUNTAD ÉTICA

"La revolución está en ti" Intervención pública en la plaza Santa Cecilia para conmemorar la Revolución Mexicana y repartir los primeros ejemplares del periódico CONTRALUZ.

Hicimos más acciones conjuntas en las calles y luego de haber mostrado pruebas sobre por qué rechazábamos la designación del nuevo director enviando cartas a CONACULTA que fueron ignoradas, y también haciendo nuevos posicionamientos al respecto, finalmente el grupo se desintegró por diferencias ideológicas pero no así el conjunto de razones que dieron inicio al movimiento, cada quien tuvo su razón particular de acuerdo a su experiencia, en mi personal opinión tenía que ver con un despertar ético en los y las creadoras tijuanenses que lograron llevar a la práctica el ejercicio de su voluntad activa en busca de reivindicar el papel de lo artístico y su importancia en la renovación social. Los profesores, gestores culturales y periodistas que se sumaron a la protesta eran la prueba de que había muchas personas involucradas con perfiles formativos que estaban interesados en construir otra dinámica de las designaciones en espacios culturales. Era un llamado a que las cosas se hicieran bien por primera vez. El corto proceso histórico de Tijuana se mostró como el momento más oportuno debido a la situación de la ciudad, y el argumento que utilizaron en contra del “¿por qué antes no protestaron y ahora sí?” quedaba anulado con la práctica misma. No era necesario estancarse en las acciones no hechas en el pasado porque lo que estaba en debate ahora era el presente. Yo no conocía a la mayoría de los creadores activos en el movimiento y poco sabía de la importancia de su obra para la ciudad. Al margen de esto, la causa desde un inicio me pareció legítima y fue por eso que decidí sumar mi apoyo a las decenas de creadores que se integraron y organizaron en comisiones para llevar actos de protesta que todos proponíamos y decidíamos en consenso. Para mí serán inolvidables las reuniones que se organizaron en la Colonia Federal y la convicción que mostraba cada quien en sacar adelante nuestro propósito, muy a pesar de las circunstancias adversas. Casi al final, cuando ya quedábamos pocos que continuábamos activos, y luego de innecesarias intrigas y súbitos posicionamientos para deslindarse de TSUMP, me puse a pensar en lo importante que había sido esta acción y el aprendizaje adquirido a lo largo del trayecto.

EL APRENDIZAJE

"La revolución está en ti" Intervención en la plaza Santa Cecilia el 20 de Noviembre de 2009.
 
En todo momento, para mí lo importante no era el dinero ni los intereses de poder en juego sino la mejora de la vida misma. Así de sencillo. Aún pienso de esta manera y por eso no me arrepiento de haber participado en TSUMP, al contrario, le agradezco que me haya enseñado tanto. Gracias a TSUMP conocí a creadores con los que comparto un sentido de vida transformativo que nada tiene que ver con lo económico, esto no lo entenderán quienes han construido sus relaciones sociales y familiares a partir del dinero y no conocen otra dinámica. Aprendí a trabajar en equipo de manera horizontal, todos tomábamos decisiones y participábamos de manera activa. En las reuniones se debatía, platicaba, reía, planeaba. Poco a poco nos íbamos conociendo todos. A pesar de pertenecer a una misma generación, muchos de ellos no se habían conocido en persona antes, habían confluido en este momento como yo lo hice también. Además de obtener un aprendizaje de vida, también fue favorable conocer y autodiferenciarme de aquellos creadores, periodistas y funcionarios que percibí como conformistas y vacíos de una ética que demuestre una constante renovación y no su anacronismo. En términos creativos no comparto nada en común con ellos y el modo de vida que eligen no considero que me haga sentir pleno. Aprendí que algunos de ellos han logrado integrarse al juego de “comer mierda sin hacer gestos” y son recompensados por su paciencia y hazaña. En todas las diferentes etapas de este movimiento aprendí de mí mismo y de otros creadores que se ganaron mi admiración y respeto; y también aprendí de aquéllos que me reflejaron su propio estancamiento a través de sus acciones  y su pasividad.

MIS PARTICIPACIONES EN EL CECUT DESPUÉS

Lectura durante el Encuentro de poetas jóvenes en el CECUT.

He participado dos veces en el CECUT luego de lo ocurrido en 2009. En la primera ocasión un poeta amigo mío me invitó a presentar su poemario publicado por el proyecto editorial Existir. Me senté con el público y mi participación la leí de pie. Me negué a subirme al escritorio de presentación por obvias razones.
La segunda vez fue cuando nos invitaron al Encuentro de poetas jóvenes Tijuana-San Diego en el CECUT. En mi participación leí el primer poema del conjunto “Yo no trabajo en poemas pequeños" que escribí a raíz de la situación en el Centro Cultural Tijuana. Cuando terminé mi participación se me acercó la actual directora del área de literatura y me increpó disgustada sobre por qué llevaba pura negatividad al CECUT. En aquel momento y aun ahora considero esto que me dijo como un halago. Ya que el concepto mismo de negatividad no necesariamente es malo sino que habla de la autodiferencia implícita en todas las cosas, por ejemplo, donde hubo un acuerdo de silencio para no hablar sobre el tema, ahí también corresponde el lugar de la palabra para que rompa ese silencio. El polo negativo en contraste con la enfatizada positividad del otro polo.
El tema de mis participaciones lo menciono ya que pienso que no es necesario marginarse de la institución para marcar una distancia de ella. Aún cuando el funcionamiento burocrático obedezca a las mismas prácticas corruptas de otras instituciones como el nepotismo, los dedazos, la impunidad, etcétera, esto no significa que el espacio cultural pierda su sentido de encuentro para la gente. Las dos últimas veces que he participado en ese lugar ha sido sin dejar de manifestar lo que pienso porque lo considero importante. ¿Cómo se logra una renovación cultural si los mismos espacios dedicados a la cultura repiten aquello que necesita ser renovado? Eso es un estancamiento. Una tautología de la práctica que no conviene denunciar porque altera el supuesto orden establecido de unos cuantos. Marginarse o seguir visitando y exponiendo en el CECUT es algo que decide cada quien. Es su propia decisión y circunstancia. Bajo qué términos lo hacen y cuáles son sus motivaciones, considero que es algo particularmente complejo que no conviene generalizar. Lo digo en el sentido de creadores emergentes que utilizan al espacio para impulsar sus obras sin necesariamente vincularse con una postura en el conflicto. Aunque esto también lo considero riesgoso. A pesar de que haya quienes no puedan desligar el costo político de participar en el Centro Cultural Tijuana por los antecedentes del director, veo también la necesidad de diferenciar entre el director, la institución y las creaciones que se exhiben en la institución. El director no es el Centro Cultural Tijuana, ni es tampoco la cultura, nunca podrá serlo, aun cuando lo intente construir así en la opinión pública argumentando en entrevista que sus “sus enemigos son los enemigos de la cultura". Porque como sabemos, la institución es un organismo vivo que está complementado por varias partes y sujetos, tanto del interior como al exterior de ella. Es un esfuerzo social conjunto que si se desequilibra cae en conflicto, tal y como lo vemos ahora. 
Al mismo tiempo respeto a quienes deciden no volver a presentarse en ese lugar, es una cuestión de principios que manifiesta el rechazo a prácticas que pervierten todo sentido de profesionalismo y avance para una sociedad que necesita crecer. Lo sucedido en el Centro Cultural Tijuana es un retroceso histórico del cual muchos no quieren formar parte. Lo considero válido pues llevar a la práctica su decisión, lo considero el ejemplo de sus convicciones e ideales.

A QUIEN GUSTE DE MANTENER FALSEDADES

Repartición de CONTRALUZ en la FIL Guadalajara, 2009.
 
Quienes aún se impongan la creencia de que la motivación esencial en este movimiento fue por razones económicas, o tiene demasiados referentes personales o lo atribuyo a una visión cómoda y reduccionista que trata de justificar su propia apatía y desinterés en asumir una postura ética ante lo ocurrido. El argumento de lo económico fue el que más se utilizó y sigue siendo utilizado para descalificar la situación  en el CECUT. Pero ese argumento ya no es funcional, lo gastaron las voces retrógradas que lo esgrimieron como bandera para despistar el verdadero problema de fondo, la corrupción institucional directamente ligada a la corrupción individual. El hecho de que a estas alturas se le trate de ver como “un problema de dinero” es un reflejo de la falta de credibilidad que se ha construido alrededor de las causas sociales con motivaciones válidas y genuinas. Veamos el país y todos los problemas que tiene, siempre para desprestigiar y desgastar un movimiento se le vinculará con afanes económicos. Y no estoy diciendo que sea inexistente ese interés en ciertos grupos o personas, pero esto también habla de la importancia que se le presta a los problemas de dinero antes que a las propuestas de renovación ética para la vida. Para algunos es inconcebible y hasta ridículo que esto ocurra. El dinero no puede comprar los principios y si los compra es que de entraba no había principio alguno. 

LA LABOR CREATIVA Y LA INSTITUCIÓN

Estoy de acuerdo en no sobredimensionar la importancia del CECUT pues a final de cuentas poco tiene que ver con la labor creativa. El Centro Cultural Tijuana es una plataforma para la difusión de creaciones artísticas útil para todos pero no es esencial para la creación en sí. Es una de las etapas por las que puede pasar el proceso creativo, nada más. Una de las lecciones aprendidas de toda esta problemática es que somos capaces de activar nuevos espacios culturales que sean un reflejo de inclusividad y tolerancia a la crítica cuando ésta sea necesaria. Sin crítica no hay movimiento, hay estancamiento. Somos capaces de dotar de fuerza simbólica a espacios que estén exentos de actos de corrupción, ni prácticas que traben la legitimidad de las decisiones en consenso. Es posible crear y llenar de vida nuevos espacios donde confluyan quienes estamos interesados en el desarrollo de nosotros mismos y de la ciudad entera a través de las diversas manifestaciones culturales. No es indispensable recibir apoyos institucionales para la labor creativa pero sí facilitan las condiciones de creación. Solo esto. La voluntad artística y transformativa se manifiesta de manera natural y no está determinada por el dinero. Nunca podrá estarlo.
Por otro lado, pienso que no se le puede dar la espalda a las instituciones porque constituyen logros sociales de organización y propósito. Es bueno que existan las instituciones culturales pero no como empresas de la cultura, ni con el funcionamiento anacrónico que ahora tienen, viciado desde adentro por la burocracia. Entiendo que la noción general de institución que nos han heredado lamentablemente es reafirmada por sus actos. Vemos corrupción, impunidad, nepotismo, indiferencia, el síndrome de la burocracia parásita y las luchas de poder, etc. Pero esto no determina ni es el verdadero sentido de las instituciones. Se debe salir de la creencia saboteadora que dicta que las cosas seguirán así por siempre. En la triste afirmación de que “las cosas no van a cambiar” se encuentra también una condena automática que hunde a quien la dice. Se asume sin crítica este sometimiento porque facilita la vida para algunos pero no deja de ser indigno y vergonzoso.

EL CECUT HOY

A raíz de lo ocurrido en 2009 y luego de ser testigo de las diferentes acciones que se han llevado a cabo en el CECUT, por un lado veo que se mantiene el énfasis en el espectáculo y el entretenimiento antes que en el carácter formativo para la gente de la ciudad. No hay un interés genuino para formar personas a través de las diferentes manifestaciones artísticas y culturales sino más bien generar la mayor ganancia posible a través de ellas. Aunado a lo anterior, claramente se ve la continuidad de una agenda política antes que un proyecto cultural para el beneficio de la ciudad y sus habitantes: la exposición fotográfica del ejército mexicano que resultó conveniente cuando organismos internacionales condenaban la muerte de civiles en retenes militares a lo largo del país; las actividades de relleno en las programaciones mensuales y las presentaciones vacías; las cenas de gala para políticos y empresarios en El Cubo; la frialdad oficialista de un evento como Tijuana Innovadora que trató de minimizar la violencia con discursos; el hijo de Taurus Do Brasil; la renta de la explanada para el show de Laura Bozo; así como el próximo espectáculo del programa Guerra de Chistes. Todos estos eventos hablan de un espacio que no busca innovar y proponer una trayectoria cultural diferente a la ofrecida en la televisión o los centros comerciales.
Por otro lado acepto que en el CECUT hay un esfuerzo por articular eventos que tengan un impacto mayor hacia la gente, pero esto requiere un trabajo constante y no esporádicas intervenciones para agitar la opinión pública y luego abandonar las iniciativas. El proyecto de Ópera Ambulante es un ejemplo de esto. A su vez, Tijuana Innovadora en cierta medida fue una plataforma favorable para difundir las creaciones de artistas emergentes, al margen de la frivolidad proyectada en el evento y los intereses de por medio. La exposición de “Obra Negra” es el nuevo intento por articular una propuesta sobre las manifestaciones artísticas en Tijuana, pero los criterios arbitrarios para incluir obras de creadores que no quisieron participar habla de la falta de profesionalismo para organizar una exposición y el poco respeto que se tiene a las decisiones éticas de los creadores. Cabe mencionar que los esfuerzos para sacar adelante estos proyectos obedecen más a la iniciativa de personas que quieren seguir trabajando y proponiendo al margen de los antecedentes del director, aún cuando esta postura sea riesgosa y difícil. Desligar la figura del director de las propuestas que aparecen en el CECUT considero que es sustancial ya que de otro modo se le otorga una importancia que en realidad no tiene él frente a las propuestas. A pesar de que se haga el intento de adjudicar como logro propio los frutos de un trabajo conjunto, no es posible y hay un alto grado de falsedad en esto, ya que no se puede ocultar lo que es visible a primera vista. Las firmas y autorizaciones que alguien pueda hacer es algo mínimo. Todos sabemos que el trabajo propio habla por su cuenta.

INVITACIÓN AL DEBATE

Aún quedan muchas otras cuestiones que discutir sobre las instituciones, los apoyos para creadores, las becas, la función del artista en lo social, la construcción ética tanto individual como grupal, la transformación de las prácticas sociales, entre tantas otras cosas que se me escapan. Al igual que otras opiniones y críticas sobre lo ocurrido en el CECUT en el 2009 y los efectos que generó, sirva este texto para estimular al debate en torno a la renovación ética de la comunidad cultural en Tijuana y en otras ciudades del país.