lunes, 25 de noviembre de 2013

POÉTICA DEL ESPIRAL. Reseña al libro Huracán de Sergio Brown Figueredo


POÉTICA DEL ESPIRAL. Reseña al libro Huracán de Sergio Brown Figueredo (Editorial Piedra Cuervo, 2013, Rosarito, México.)

Pocas veces un libro puede enunciar su título a través de la escritura. Aludir a su estructura interna y hacer un símbolo que atraviese toda las páginas de manera constante, una suerte de espiral expresiva que te va llevando a giros mentales, de temas en temas, sensaciones, recuerdos, movimientos que retornan al mismo lugar y que sin embargo ya están en otro momento; los círculos se mueven, curvo ascendentes,  abriéndose cada vez más, hacia todos los lugares y ninguno, con una fuerza de aire que te lleva girando en cada capítulo, cada texto-poema-bitácora existencial-chiste-terapéutica-sueño-personaje-poética-acertijo, son las claves del círculo, el dinamismo que hace girar a este Huracán de Sergio Brown Figueredo, libro publicado en 2013 por el Proyecto Editorial Piedra Cuervo en  Rosarito, México.

Desde que conocí esta obra he tenido diferentes reflexiones acerca de cómo hablar de ella en un sentido que no se quede sólo en lo literario. Cómo lograr ponerlo fuera de contexto para sugerir ya no la poesía  que intrínsecamente lo entreteje como nube de nubes, sino referirme a la poética del espiral que posee, su arquitectura escrita, el esqueleto de espirales que lo forma.

Por lo que una primera consideración es que este libro está hecho de múltiples géneros, desde poesía, narrativa, crónica, ensayo, monólogo, teatro, hasta entrar en otros ámbitos del conocimiento como la terapia, los sueños,  el humor, las fábulas, las dimensiones sagradas. El huracán alude al gran círculo girante que se nutre de otros círculos más pequeños que lo avivan. Cada círculo-capítulo representa la fuerza que lo mantiene de principio a fin  en una dialéctica natural, el huracán se manifiesta a través de la escritura dando como resultado un texto vivo, animado, infiltrándose en nuestro entendimiento del lenguaje, ampliando los horizontes de enunciación, haciéndonos sentir, repensando y cuestionando las posibilidades de lo que significa escribir un libro en este tiempo,  para dónde llegar, qué decir, qué sentir en palabras, cómo arrojarse a los impulsos que nos llevan a materializar en lenguaje nuestras emociones, pensamientos, recuerdos, ¿qué es lo que nos hace crear? ¿Qué es eso más allá del lenguaje que estamos tratando de decir?

Este libro no asume un solo significado para dar respuesta a esas preguntas y considero que esa es una de sus virtudes, ser un universo de poli-ficciones, abarcar amplio de temas, metáfora que alude a la mente que pasa de suspenso en suspenso, de idea en idea o de emoción en emoción, la mente como ese espacio en blanco donde la posibilidad es infinita, allí donde se gestan las imágenes, palabras, silencios, ausencias que nos extravían la mirada en puntos fijos. Mente caos, movida por voluntad de cosmos, soplo que es aliento, aire, viento revuelto en la inmensidad de la página, el huracán se levanta, nosotros giramos al leer en la poética del espiral que se sostiene en espirales, figuras recurrentes que van dinamizando la mente, mostrando su despliegue en el espacio, sus rupturas de tiempo, tema, tono, tonalidad.

 Los 176 capítulos que envuelvan al libro lo van sobrepasando, este libro se expande, habla del viento que hay en cada uno, de las ráfagas que nos atraviesan y el aire cálido que a veces nos refresca. Cada espiral es una diferente cantidad de energía, como anillos en ascenso que se van intercambiando, retroalimentándose, así los diferentes espirales que conforman los capítulos, se aluden, se intercomunican, van dialogando entre sí como bordados que se entrecruzan.

Durante la lectura es posible experimentar el espiral de lo sacro en textos que aluden al origen, una experiencia que va más allá del nacimiento,  el acto creativo que se sigue repitiendo hasta hoy, metamorfosis, percepción del misterio que nos constituye, nacer y renacer como las mitades del círculo, el ritmo de los ciclos presente en los latidos, las corazonadas que no caben en la intelectualidad aquí se presentan, a veces como fábulas, parábolas, acertijos, versos cuya intención es manifestar otro plano de la existencia a donde pocos se atreven a mirar, y a donde el autor nos aproxima, como un guía que te muestra un horizonte, pero cada uno debe atravesarlo.

Otro espiral en el libro es el de los personajes, desde aquellos que se manifiestan como exteriores, por ejemplo en los textos que hablan del viejito, Isabel o el cuervo, hasta aquellos personajes interiores como el superego castrante, el anhelante que recoge semillas de la memoria, o también el intelectual, que mediante citas, razonamientos lógicos, o críticas al sistema va dejando su huella en algunos fragmentos del libro. Los personajes se interconectan en lo simbólico en el sentido de que cada uno representa una manera de enunciar al huracán, una suerte de motor hecho de rostros fantasmales que mediante la palabra  animan el movimiento en la lectura.

Un espiral más es aquél relativo a los sueños y los deseos, el campo onírico donde las emociones son salvajes, y las expresiones se alejan de su pretensión estética para situarse en el enunciamiento coloquial, hablar la vida sin rebuscamientos de estilo, frases atropelladas, violencia gramática consciente en donde lo primordial no es entender sino sentir. Por eso en este espiral se podría situar la parte lúdica del libro, que en diferentes momentos provocará risa al lector y lectora, pero también aquí se percibe la incertidumbre, la angustia de quien sigue en el reconocimiento de sí, el miedo que se planta ante uno y lo más difícil es que el miedo es un espejo, lo que provoca pavor en ocasiones es lo obvio, y para nosotros parece tan oculto porque lo revestimos de invisibilidad. Por eso aquí los sueños se revelan como vidas alternas, paralelas, en el planeta de la psique al que nos dirigimos al dormir, al viajar en el lomo de nuestro cansancio, sueños como representaciones gráficas de nuestros deseos fuera de control, sueños en un estado puro de moral donde la violencia y la ternura pueden convivir.

También, otro espiral presente es aquél relativo a la tecnología, donde la televisión, las computadoras, el cine y el lenguaje cinematográfico muestran textos que guardan una estrecha relación con la vida. Aquí cada escrito es un archivo fotográfico de un momento mental, que al ponerlos a correr a 24 cuadros por segundo va tomando la trama de un guión, el huracán se autoescribe, guión escrito a varias manos, creado sobre la marcha de géneros diversos, documental, ficción, animación cuadro por cuadro, todo revuelto y eyectado para activar los capítulos.  


Aunque he desarrollado algunos espirales que distingo a lo largo del libro, esto no quiere decir que se agoten en ellos. Más bien corresponde a cada persona aproximarse al Huracán para distinguir qué espirales empujan, inundan, atraen, transforman o devastan. Otra premisa que reitero acerca de los espirales  descritos es que no actúan de manera separada sino interconectados, unos y otros se articulan y también se autocrean. Aun cuando tienen fuerza de manera independiente cada texto encuentra su integración y unicidad en la poética del espiral. Una estructura sugerente y sólida que el autor ha logrado construir. En este sentido, los conceptos de fondo y forma desde el plano estético convencional adquieren nuevas posibilidades con este libro que transmuta de la estética a la ética, que se asume no solo como un producto cultural más sino como un dispositivo de sentido que cada lector activa en diferente intensidad. Este Huracán no se agota en lo que pueda decirse de él, sino en la experimentación del remolino que a veces es vivir. En el movimiento continuo de este libro se observará que también hay algo que se queda y perdura,  es ese reconocimiento que ocurre ante un libro que logra invitarte a  formar parte de la poética del espiral.     

LEE LA VERSIÓN DIGITAL DEL LIBRO EN  http://issuu.com/editorialpiedracuervo/docs/huracan